jueves, 8 de septiembre de 2016

EL COMISARIO ERNESTO SANTAMARIA EN BEAUMONT - VERDUN - ALSACIA- FRANCIA

 En los primeros días de febrero de 1916, el subteniente Federico Juan Francisco Cirilo Delattre, nacido 33 años antes en Buenos Aires, cavaba otra trinchera en los campos de Verdún. Faltaban pocos días para que los alemanes, a sólo dos kilómetros de la posición de Delattre, lanzaran sobre él y sobre los 3000 hombres de su regimiento alrededor de dos millones de obuses en 48 horas. Ese bombardeo daba inicio a una de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial, Verdún.
 Pero eso, Delattre no podía saberlo. Agobiado por el barro, el frío y la lluvia incesante, tampoco sabía que su destino final sería sellado por una bala de ametralladora el 24 de febrero. Como él, otros 27 soldados en las filas francesas y nacidos en la Argentina terminarían sus días en los campos de Verdún. Este año se conmemora el centenario de la batalla que durante 300 días se llevó la vida de 300.000 hombres. La cuenta es fácil como trágica: 1000 muertos por día.

 La batalla cambió la geografía de Verdún, localidad del noreste francés, en la regió de Lorena. Sólo la lluvia parece ignorar el tiempo y cae hoy como caía sobre los soldados hace 100 años. 
Antes de la guerra, sólo un cuarto de las 10.000 hectáreas del campo de batalla eran bosques. Pero cuatro años después de finalizado el conflicto se comenzó a forestar el resto. Las autoridades querían evitar que volvieran a ser tierras agrícolas. Hoy, un denso bosque de pinos silvestres, robles y arces, preservan el paisaje perforado por los cañones que comenzaron el ataque una fría mañana.
 Tal fue el diluvio de artillería que el campo todavía está lleno de esquirlas. "Todos los años retiramos más de 20 toneladas de municiones de artillería", dice Gerald Colin, uno de los guardabosques de Verdún y apasionado por la historia de la Gran Guerra, como se llamó al sangriento conflicto. "Se calcula que vamos a tardar casi cinco siglos en limpiar todo el campo", dice el hombre, mientras levanta del suelo del desaparecido pueblo de Beaumont una decena de esquirlas, redondas y pesadas.



























No hay comentarios: